Los océanos están perdiendo su equilibrio químico, y el cambio se está dando más rápido de lo que se creía. Así lo advierte una nueva investigación que confirma que la acidificación del mar ya superó el límite considerado seguro para la salud del planeta. Esto significa que uno de los sistemas que regula la vida en la Tierra y que amortigua parte del daño causado por la actividad humana, está empezando a colapsar.
“La acidificación oceánica se ha identificado en el Marco de Límites Planetarios como un proceso planetario que se aproxima a un límite que podría provocar cambios ambientales inaceptables”, explica el estudio, que fue liderado por el Laboratorio Marino de Plymouth, en Reino Unido, junto con investigadores de la NOAA y la Universidad Estatal de Oregón.
Los “límites planetarios” marcan las fronteras dentro de las cuales los grandes sistemas de la Tierra pueden seguir funcionando sin colapsar. De los nueve límites identificados por la ciencia, seis ya se habían sobrepasado para 2023.
Hasta ahora los científicos no creían que la acidificación de los océanos hubiera superado el umbral considerado seguro. Pero según el estudio reciente, la acidificación cruzó el "límite planetario" hacia 2020. Ese límite es el punto a partir del cual los ecosistemas marinos comienzan a perder su capacidad de recuperación frente al cambio ambiental.
“La evaluación de los límites planetarios define nueve procesos a gran escala del sistema Tierra y los límites asociados que, de cruzarse, podrían generar un cambio ambiental inaceptable. Son: cambio climático, tasa de pérdida de biodiversidad, interferencia con los ciclos de nitrógeno y fósforo, agotamiento del ozono estratosférico, acidificación de los océanos, uso global de agua dulce, cambio en el uso del suelo, contaminación química y carga atmosférica de aerosoles”, explica el estudio.
A través de modelos computacionales, análisis de núcleos de hielo y más de un siglo de datos químicos y biológicos, los investigadores reconstruyeron la evolución del océano en los últimos 150 años. Descubrieron que, a 200 metros de profundidad –donde habita la mayor parte de la biodiversidad marina–, el 60 % de las aguas ya presentan niveles de acidez incompatibles con el equilibrio natural, lo que pone en riesgo a especies, sistemas marinos y comunidades humanas costeras.
La quema de combustibles fósiles libera dióxido de carbono (CO²) a la atmósfera. Una parte importante de ese gas es absorbido por los océanos, que actúan como una especie de esponja. Pero hay un costo: cuando el CO2 se disuelve en agua de mar, forma ácido carbónico, que baja el pH del agua.
Cuando el pH cae, las especies que construyen conchas o esqueletos con carbonato de calcio –como corales, ostras, mejillones y pequeños organismos llamados mariposas marinas– empiezan a sufrir. Les cuesta formar sus estructuras, crecen más lento y mueren con mayor facilidad. Esto no solo afecta a la biodiversidad: impacta directamente en la pesca, el turismo y la seguridad alimentaria de millones de personas.
“El océano profundo está cambiando mucho más de lo que imaginábamos”, explicó la profesora Helen Findlay, una de las autoras del trabajo. “Eso pone en riesgo ecosistemas clave como los arrecifes profundos, que son zonas de crianza para innumerables especies”.
El estudio, publicado en la revista Global Change Biology el 9 de junio, sostiene que reducir drásticamente las emisiones de CO2 es la única forma de frenar esta amenaza en el largo plazo. Mientras tanto, los autores proponen proteger de manera urgente las regiones y especies más vulnerables, con medidas de conservación específicas.
Ocean Acidification: Another Planetary Boundary Crossed. Global Change Biology. 09 June 2025. Helen S. Findlay, H. et.al.